Cualquier trato con este salmo debe ser necesariamente general y no particular. Se le ha llamado el salmo de la ley, no incorrectamente; pero el término "La Ley" debe entenderse en su significado más amplio, utilizándose no menos de diez palabras hebreas para referirse al gran asunto celebrado. Estos se traducen como "ley", "palabra", "decir" o "ahorros", "mandamiento", "estatutos", "ordenanzas", "preceptos", "testimonio", "camino", "camino".

"Una consideración cuidadosa de ellos revelará una concepción subyacente. Es la concepción de la voluntad de Dios tal como esa voluntad ha sido dada a conocer al hombre. Cada palabra revela algún aspecto de la voluntad en sí misma, del método de su revelación, y su valor en la vida humana.

En todo momento, además, el cantor revela su concepción del valor de esta gran voluntad, tanto en sí misma como en su revelación, y pronuncia palabras que muestran su determinación de ser obediente a la misma, combinadas con una oración constante para que pueda hacerlo. Esta actitud se revela supremamente en su declaración:

¡Oh, cuánto amo yo tu ley!

Es mi meditación todo el día (versículo 119: 97).

Su sentido del valor de esta voluntad revelada de Dios se muestra quizás más claramente en las palabras: Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino (Salmo 119: 105).

La lámpara de los pies es la que ilumina el camino inmediato, y la luz del camino es la que revela la dirección general.

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