1 Tesalonicenses 2:10

Hay dos puntos que deben notarse aquí en esta comparación instituida por Pablo entre su conducta y la de un padre.

I. Podía decir, como un padre sabio se adapta a sus tratos, tanto en la formación como en la enseñanza, al caso, a las necesidades de cada hijo, así actuó con sus conversos, "cada uno de vosotros". No era una relación general en la que se encontraba con ellos. Se ocupó de cada alma individual. Adaptó su enseñanza a cada caso, dando a cada uno una porción a su debido tiempo. La religión de Jesucristo tiene en cuenta a cada uno, trata con ternura a cada uno y así avanza hasta que se reúne el número de su pueblo.

Su fundamento se basa en la convicción individual. El individualismo, no el multitudinario, es la palabra que representa la ley de su crecimiento. Apela a cada conciencia separada, y sólo en la medida en que lo hace, llega a leudar a toda la masa de la sociedad humana.

II. Pero el otro punto en la comparación que se hace aquí es que, como un padre está ansioso, intensamente ferviente, en dar a sus hijos la guía e instrucción correctas, así también lo estaba Pablo en su anhelante cuidado de sus conversos. Como había descrito su comportamiento general en tres términos, describe su ministerio de una manera triple. Dice exhortado y reconfortado y acusado. Cada uno sometido al ámbito de su influencia fue tratado de la forma más adecuada a su caso; para que todos puedan andar dignos de Dios, que los ha llamado a su propio reino y gloria: un miembro de la Iglesia necesita exhortación, un segundo consuelo y un tercer cargo sólido.

Pero el fin al que se aspira en todos es uno y el mismo, un andar digno de su llamado desde lo alto. Los creyentes caminan dignos de su destino y gloria cuando lo esperan con amor, cuando anhelan el corazón,

"Envía esperanza antes para captarla

Hasta que la esperanza se pierda de vista ".

Y podemos esperarlo con razón solo cuando nos esforzamos con la fuerza Divina para prepararnos para él.

J. Hutchison, Lectures on Thessalonians, pág. 75.

Referencia: 1 Tesalonicenses 2:13 . E. Cooper, Practical Sermons, vol. i., pág. 1.

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