2 Samuel 24:24

El mayor gozo del mundo es el que siente Cristo al salvar a un pecador. Tal como es el costo, tal es el trabajo; y tal como es el servicio, tal es la alegría.

I. Esto es cierto para nuestras devociones privadas. Es relativamente fácil orar por la mañana y por la noche, pero es mucho más difícil hacerlo con regularidad durante el día. Sin embargo, la parte omitida y costosa es la parte que mostraría la realidad o la daría.

II. Lo mismo ocurre con la lectura de la Biblia. Hay dos formas de leer la palabra de Dios, tan separadas que la Biblia es de dos libros, de acuerdo con uno u otro método. Hay una manera fácil y superficial de leer un capítulo; y hay una búsqueda inclinada, real, intensa e inteligente en cada palabra y cada sílaba. Observe la promesa dada a Adán: "Con el sudor de tu frente comerás el pan", y la promesa se aplica al pan natural y al espiritual. Por tanto, el alma que quiera comer pan, debe hacerlo con dolores, perseverancia y paciencia.

J. Vaughan, Sermones, novena serie, pág. 126 (ver también Fifty Sermons, 1874, p. 314).

Observamos en estas palabras dos cosas:

I. El verdadero motivo de la beneficencia: "ofrenda al Señor". Nuestras ofrendas deben ser regalos para el Señor. Todo en la vida depende del motivo del que brota. El hombre es lo que son sus motivos; no es mejor ni peor. El motivo más elevado y puro es el de hacer todo por el Señor.

II. La verdadera medida de la beneficencia: aquello que sentimos que nos cuesta algo. Dar siempre debe tender al sacrificio y la abnegación. Teniendo el amor como impulso de nuestra benevolencia, su medida vendrá determinada por la naturaleza del caso que pide nuestra ayuda y también por los medios que Dios ha puesto a nuestra disposición.

E. Mellor, Tras las huellas de los héroes, pág. 31.

Referencias: 2 Samuel 24:25 . RDB Rawnsley, Sermones en iglesias rurales, tercera serie, p. 280. 1 Samuel 24 Parker, vol. vii., pág. 222.

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