Efesios 4:29

I. Un talento especial por el cual podemos glorificar a Dios y a nuestro Salvador y edificarnos unos a otros es el don de la palabra. La lengua se llama en las Escrituras más de una vez la gloria del hombre. Así como el primer deber del corazón es para con Dios, también lo es el servicio de la lengua. La oración y la alabanza son los primeros deberes de la lengua, sus usos más elevados y santos. Cómo se usa es terrible pensar: cuánto más profanar el santo nombre de Dios que alabarlo, cuánto más maldecir y jurar que bendecirlo. Hablar de religión puede ser fácil para una persona irreligiosa, pero nunca decir nada profano, ni hablar en un tono irreligioso, sostiene una mente santa y verdaderamente religiosa.

II. Esto nos lleva a ese segundo uso de la lengua, que se refiere a nuestra comunicación entre nosotros. Dios prohíbe todo mal uso de la lengua antes de imponer su verdadero uso. Él dice: "Os digo" como para llamar nuestra atención especial sobre ella "Toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio, porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

"¿Puede ser que los cristianos, hablando como lo hacen, piensen alguna vez en esa frase, aquellos que de buena gana se convencen de que hablan sin pensar y juran sin querer? Seguramente la lengua, que es el medio por el cual nos relacionamos con cada uno. otro, debe ser un medio por el cual nos edificamos unos a otros.

Sermones sencillos de los colaboradores de "Tracts for the Times", vol. vii., pág. 184.

Referencias: Efesios 4:29 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xxv., pág. 355; Revista del clérigo, vol. v., pág. 31; Preacher's Monthly, vol. ii., pág. 259.

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