Filipenses 1:2

I. Piense en la belleza de la circunstancia en la que Pablo agradeció a Dios por la bendición de hombres bondadosos, amorosos y serviciales. El hombre sirve a Dios ayudando a los siervos de Dios.

II. Cuanto más agrandado y susceptible sea el corazón, más fácilmente se le podrá prestar servicio.

III. Aprenda lo bueno que es servir a los grandes y, por inferencia, lo sublime que es vivir y morir al servicio del Más Grande.

IV. Cada uno de nosotros debe dejar un recuerdo que será apreciado y bendecido.

V. El Apóstol se nos presenta como un hombre ilustre, mientras que a los Filipenses no los conocemos más que por su nombre general. Los trabajadores ocultos no están por ello para considerarse inútiles.

Parker, City Temple, vol. ii., pág. 176.

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