Génesis 4:4

Hay dos cosas que distinguen a la Biblia de cualquier otro libro: la visión que nos da del hombre y la visión que nos da de Dios. Uno es tan humano, el otro tan Divino; el uno tan exactamente consistente con lo que nosotros mismos vemos del hombre, el otro tan exactamente consistente con lo que nosotros mismos deberíamos esperar en Dios, en otras palabras, con lo que nuestra propia conciencia, que es la voz de Dios en el interior, reconoce como digno de Dios, y ratifica donde no podría haberse originado.

I. "El Señor miró con agrado a Abel ya su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y a su ofrenda". ¿De dónde proviene esta distinción? ¿Había algo en el material de las dos ofrendas que hiciera una aceptable y la otra ofensiva? ¿Tenemos algún derecho a decir, aparte del lenguaje expreso de las Escrituras, que al traer un animal en sacrificio, Abel mostró una percepción clara del verdadero camino de la expiación, y que al traer los frutos de la tierra, Caín demostró ser un autodidacta? ¿Justificador, despreciador de la propiciación? En ausencia de una guía expresa, no nos atrevemos a afirmar con confianza que fue en el material de las dos ofrendas donde Dios vio la presencia o la ausencia de un principio aceptable.

En la medida en que pongamos el énfasis de la diferencia más en el espíritu y menos en la forma del sacrificio, estaremos garantizados con mayor certeza por la palabra inspirada y más inmediatamente al alcance de su aplicación a nosotros mismos.

II. Fue por fe que Abel ofreció un sacrificio más aceptable que Caín. Fue debido a la presencia de fe en Abel que Dios miró con respeto a él y a su ofrenda. Y así es ahora. Se acepta la adoración de uno y se ignora la adoración de otro, porque uno tiene fe y otro no tiene fe. El culto a la fe es la energía concentrada de la vida de fe. Donde Dios ve esto, tiene respeto por nuestra ofrenda; donde Dios no ve esto, no respeta a esa persona ni a su ofrenda.

CJ Vaughan, Lecciones de vida y piedad, p. 34.

Referencias: Génesis 4:5 . RS Candlish, El libro del Génesis, vol. ip 97. Génesis 4:6 . Spurgeon, Sermons, vol. xxxii., No. 1929.

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