Salmo 17:3

Los aspectos religiosos de la noche son muchos.

I. Vista en sus relaciones con la vida del hombre, nos sorprende, ante todo y preeminentemente, como una interrupción. Interrumpe y suspende las ocupaciones humanas, de cualquier tipo; escribe en la faz de los cielos el veto de Dios sobre el trabajo ininterrumpido. Esta suspensión forzosa de la actividad sugiere, no sólo la limitada reserva de fuerzas a nuestra disposición, sino que también nos recuerda que tenemos una vida superior a la que representa y aprovecha la actividad de esta vida, que perdurará cuando Todo lo que pertenece a esta vida habrá pasado, una vida para cuyo alimento y desarrollo Dios así se provee, y nos invita a hacer provisión, no sea que seamos arrastrados sin pensamiento, sin propósito, por la corriente del tiempo hacia el vasta eternidad que nos espera.

II. La noche sugiere peligro. La luz del día es en sí misma una protección. La noche es la oportunidad de las fieras y de los malvados; ejercen su oficio durante sus horas oscuras y silenciosas. El que nos dio la vida solo puede garantizarnos la permanencia del don, ya que puede ordenar las voluntades y los afectos rebeldes de los hombres pecadores, y puede controlar la fuerza destructiva de la naturaleza y la secuencia de los acontecimientos.

III. La noche es un tiempo durante el cual Dios a menudo habla solemnemente al alma del hombre. (1) El sueño del cuerpo no es siempre el sueño del alma. Si la Biblia ha de guiarnos, no cabe duda de que los sueños a menudo se han convertido en el vehículo de la comunicación de la voluntad divina al hombre, y que nos lleva a esperar que puedan volver a serlo. (2) Pero no es en los sueños donde Dios generalmente habla al hombre en las horas silenciosas de la noche.

Nunca Dios habla más solemnemente, más persuasivamente, al alma humana que durante las horas de vigilia de la noche. El insomnio puede ser una gran bendición, si solo lo pensamos, primero, como parte de la voluntad de Dios con respecto a nosotros y, luego, si estamos abiertos a sus muchas oportunidades.

HP Liddon, Contemporary Pulpit, vol. ii., pág. 193 (véase también Christian World Pulpit, vol. Xxvi., P. 161).

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