Todas las cosas [están] llenas de trabajo; el hombre no puede pronunciarlo: el ojo no se sacia de ver, ni el oído se llena de oír.

Ver. 8. Todas las cosas están llenas de trabajo. ] Labor est etiam ipsa voluptas. La acoso y la miseria se encuentran con nosotros a cada paso. El mundo entero es un "mar de vidrio" (por su vanidad), "mezclado con fuego" (por su aflicción), -. Ap 4: 6 Vota etiam post usum, fastidio sunt: Todo es más dulce en la ambición que en la fruición. Hay una vanidad singular en esta espléndida miseria. Bien se la compara con un cuadro hermoso, dibujado con colores blanco y rojo en cilicio, que de lejos es muy hermoso, pero cerca es como la materia inmunda de una llaga o herida, podredumbre purulenta, o el lomo de un caballo enfurecido. . Ningún hombre ha encontrado jamás una satisfacción constante en ningún estado; un todavía Que su apariencia exterior demás engañar, y otro de él.

El hombre no puede pronunciarlo. ] Si Salomón no puede, ningún hombre puede; porque "¿qué puede hacer el hombre que viene después del rey?" Eclesiastés 2:12

El ojo no se satisface con ver. ] Aunque estos son los dos 'sentidos eruditos', como los llama Aristóteles, mediante los cuales el aprendizaje se deja entrar en el alma, ningún hombre sabe tanto pero sabría más. Herilo, por lo tanto, y aquellos otros filósofos que colocaron la felicidad de un hombre en el conocimiento de las causas y eventos naturales, no tenían razón. Hay una maldición de insatisfacción que recae sobre la criatura.

El alma, que actúa en y por los sentidos externos, se mueve arriba y abajo, como lo hizo la paloma de Noé, pero no encuentra una base firme; tiburones y cambia de una cosa a otra para contentarse, como la abeja pasa de flor en flor en busca de miel, y desea aún más cosas en número, y cosas nuevas por moda. Por lo tanto, las partículas en hebreo que significan y yo, provienen de una palabra que significa desear, b porque los deseos del hombre tendrían esto y aquello, y aquello y otro; y también se cansa, sin saber si tener esto o aquello o aquello o lo otro, tan inquieto está, después de los máximos esfuerzos de satisfacción plena, que esta vida no proporciona.

a Quirón, cum ob iustitiam Dii permitterent ut perpetuo viveret, maluit mori, quod offenderetur taedio rerum semper eodem tenore recurrentium.

b ו y, א de אוה.

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