Ni consideres que nos conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y que no perezca toda la nación.

Ver. 50. Que un hombre muera por el pueblo ] Una sentencia brutal y sangrienta; como si se pudiera hacer el mal para que de él saliera bien. Entonces, cuando Farellus, ese digno reformador, llegó primero a Ginebra, y fue convocado allí por el obispo, como un perturbador de la paz pública, uno de los asesores papistas gritó: Fuera este luterano pestilente; Más vale que muera antes que inquietar al pueblo. A quien respondió Farellus, Noli Caiaphae voces, sed Dei verba proferre, No hables en la lengua de Caifás, sino en la palabra de Dios. (Scultet. Annal.)

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