El que hallare su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.

Ver. 39. El que encuentre su vida la perderá ] Ésta es una expresión extraña, un enigma para el mundo, una aparente contradicción, algo que la razón natural nunca puede reconciliar. Pero si se pudieran probar las paradojas de los estoicos, mucho más las del evangelio. El que halla su vida, es decir, la redime con la pérdida de su fe, con el naufragio de su conciencia, hace un trato de perdedor, se apresura más que la prisa; mientras huye de la muerte lo más lejos que puede, corre hacia ella lo más rápido que puede.

Cristo lo matará de muerte, Apocalipsis 2:23 ; y condenarlo, como apóstata, a doble condenación.

El que pierde su vida por mí, etc. ] Porque de lo contrario todo está perdido, ya que no es la pena la poena , sino la causa la razón la que hace al mártir. Cristo y los ladrones estaban en la misma condenación: Sansón y los filisteos en la misma destrucción, por la ruina de la casa: Similis poena, dissimilis causa, dice Agustín. El martirio es una corona, como la vejez, si se encuentra en el camino de la justicia.

Un mártir gritó: Bendito sea Dios que nací en esta hora feliz. A otro, cuando se le dijo: Mira; es un asunto difícil de quemar. En efecto, dijo, es para el que tiene el alma unida a su cuerpo, como el pie de un ladrón en un par de grilletes. ¿Puedo morir solo una vez por Cristo? dijo un tercero.

Lo encontrará ] Porque la línea de su vida perdida estará escondida en el laberinto sin fin de las misericordias más seguras de Dios. Por eso, los días de la pasión de los mártires se llamaban antiguamente Natalitia salutis, los cumpleaños de la salvación, el amanecer del brillo eterno. Aquellas pobres almas seducidas que perdieron la vida en las Guerras Santas, como las llamaban, y fueron persuadidas de que con ello enmendaban a Cristo por su muerte, eran muy dignas de lástima.

a παραδαξον αλλ 'ου παραλογον.

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