16,17  De otras partes de la epístola se desprende que los falsos maestros entre los corintios enseñaban doctrinas impías. Tales enseñanzas tendían a corromper, contaminar y destruir el edificio, que debía mantenerse puro y santo para Dios. Aquellos que difunden principios poco claros, que hacen que la iglesia de Dios sea impía, traen la destrucción sobre sí mismos. Cristo por su Espíritu mora en todos los verdaderos creyentes. Los cristianos son santos por profesión, y deben ser puros y limpios, tanto en el corazón como en la conversación. Se engaña quien se considera el templo del Espíritu Santo, pero no se preocupa por la santidad personal ni por la paz y la pureza de la iglesia.

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