9-12 DDebemos notar en los demás lo que es bueno, para su alabanza, a fin de comprometerlos a abundar en ello más y más. Todos los que son enseñados por Dios de manera salvadora, son enseñados a amarse unos a otros. La enseñanza del Espíritu excede a la de los hombres; y la enseñanza de los hombres es vana e inútil, a menos que Dios enseñe. Los que son notables por esta o cualquier otra gracia, necesitan aumentar en ella, así como perseverar hasta el final. Es muy deseable tener un temperamento tranquilo y sosegado, y un comportamiento pacífico y tranquilo. Satanás está ocupado en perturbarnos; y tenemos en nuestro corazón lo que nos dispone a ser inquietos; por lo tanto, estudiemos para estar tranquilos. Los que están ocupados, entrometiéndose en los asuntos de los demás, tienen poca tranquilidad en sus propias mentes, y causan grandes disturbios entre sus vecinos. Rara vez tienen en cuenta la otra exhortación, la de ser diligentes en su propia vocación, la de trabajar con sus propias manos. El cristianismo no nos aparta del trabajo y el deber de nuestras vocaciones particulares, sino que nos enseña a ser diligentes en ellas. La gente a menudo, por su pereza, se ve reducida a grandes apuros, y está expuesta a muchas necesidades; mientras que los que son diligentes en sus propios negocios, se ganan su propio pan, y tienen un gran placer al hacerlo.

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