16,17 Podemos y debemos dirigir nuestras oraciones, no sólo a Dios Padre, por medio de nuestro Señor Jesucristo, sino también a nuestro Señor Jesucristo mismo. Y debemos orar en su nombre a Dios, no sólo como su Padre, sino como nuestro Padre en él y por él. El amor de Dios en Cristo Jesús, es el manantial y la fuente de todo el bien que tenemos o esperamos. Hay una buena razón para los fuertes consuelos, porque los santos tienen una buena esperanza por medio de la gracia. La gracia gratuita y la misericordia de Dios son lo que esperan, y en lo que se fundan sus esperanzas, y no en ningún valor o mérito propio. Cuanto más nos complazca la palabra, las obras y los caminos de Dios, más probable será que perseveremos en ellos. Pero, si somos vacilantes en la fe, y de mente dudosa, vacilando y titubeando en nuestro deber, no es de extrañar que seamos extraños a las alegrías de la religión.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad