3-14 Las lujurias sucias deben ser desarraigadas. Estos pecados deben ser temidos y detestados. Aquí no sólo hay advertencias contra los actos groseros de pecado, sino contra lo que algunos pueden hacer a la ligera. Pero estas cosas están tan lejos de ser provechosas, que contaminan y envenenan a los oyentes. Nuestra alegría debe manifestarse como corresponde a los cristianos, en lo que puede tender a la gloria de Dios. Un hombre codicioso hace de su dinero un dios; pone en el bien mundano la esperanza, la confianza y el deleite que deberían estar en Dios solamente. Los que se dejan llevar por los deseos de la carne o por el amor del mundo, no pertenecen al reino de la gracia, ni llegarán al reino de la gloria. Cuando los transgresores más viles se arrepienten y creen en el Evangelio, se convierten en hijos de la obediencia, de los que se aparta la ira de Dios. ¿Nos atrevemos a dar importancia a lo que provoca la ira de Dios? Los pecadores, como los hombres en la oscuridad, van sin saber a dónde, y hacen sin saber qué. Pero la gracia de Dios ha producido un poderoso cambio en las almas de muchos. Caminen como hijos de la luz, como si tuvieran conocimiento y santidad. Estas obras de las tinieblas son infructuosas, cualquiera que sea el provecho que se les pueda atribuir, pues terminan con la destrucción del pecador impenitente. Hay muchas maneras de instigar o participar en los pecados de los demás: recomendando, aconsejando, consintiendo u ocultando. Y si participamos con otros en sus pecados, debemos esperar compartir sus plagas. Si no reprendemos los pecados de otros, tenemos comunión con ellos. Un hombre bueno se avergonzará de hablar de lo que muchos malvados no se avergüenzan de hacer. Debemos tener no sólo la visión y el conocimiento de que el pecado es pecado, y en cierta medida vergonzoso, sino verlo como una violación de la santa ley de Dios. Siguiendo el ejemplo de los profetas y apóstoles, debemos exhortar a los que están dormidos y muertos en el pecado, a que despierten y se levanten, para que Cristo les dé luz.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad