18-21 Esta ley, que es tan extensa que no podemos medirla, tan espiritual que no podemos evadirla, y tan razonable que no podemos encontrarle fallas, será la regla del futuro juicio de Dios, como lo es para la conducta actual del hombre. Si lo intenta esta regla, encontraremos que nuestras vidas han pasado en transgresiones. Y con esta santa ley y un terrible juicio ante nosotros, ¿quién puede despreciar el evangelio de Cristo? Y el conocimiento de la ley muestra nuestra necesidad de arrepentimiento. En el corazón de cada creyente, el pecado es destronado y crucificado, la ley de Dios está escrita y la imagen de Dios renovada. El Espíritu Santo le permite odiar el pecado y huir de él, amar y mantener esta ley en sinceridad y verdad; ni dejará de arrepentirse.

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