8-14 El lugar fijado para que Adán habitara, no era un palacio, sino un jardín. Cuanto mejor nos ocupamos de las cosas simples, y menos buscamos cosas para satisfacer el orgullo y el lujo, más nos acercamos a la inocencia. La naturaleza se contenta con un poco, y lo que es más natural; gracia con menos; pero la lujuria anhela todo, y se contenta con nada. Ningún deleite puede ser satisfactorio para el alma, sino aquellos que Dios mismo ha provisto y designado para él. Edén significa deleite y placer. Donde sea que estuviera, tenía todas las conveniencias deseables, sin ningún inconveniente, aunque ninguna otra casa o jardín en la tierra lo fue. Estaba adornado con cada árbol agradable a la vista y enriquecido con cada árbol que producía fruta agradecida por el sabor y buena para la comida.

Dios, como padre tierno, deseaba no solo el beneficio de Adán, sino también su placer; porque hay placer con inocencia, no hay verdadero placer solo en inocencia. Cuando la Providencia nos pone en un lugar de abundancia y placer, debemos servir a Dios con alegría de corazón en las cosas buenas que nos da. Eden tenía dos árboles propios de sí mismo. 1. Había un árbol de la vida en medio del jardín. De este hombre podría comer y vivir. Cristo es ahora para nosotros el árbol de la vida, Apocalipsis 2:7; Apocalipsis 22:2; y el Pan de vida, Juan 6:48; Juan 6:51. Juan 6:2. Estaba el árbol del conocimiento del bien y del mal, llamado así porque había una revelación positiva de la voluntad de Dios acerca de este árbol, para que el hombre conociera el bien y el mal moral. ¿Lo que es bueno? Es bueno no comer de este árbol. ¿Qué es el mal? Es malo comer de este árbol. En estos dos árboles Dios puso ante Adán el bien y el mal, la bendición y la maldición.

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