4-7 Aquí hay un nombre dado al Creador, "Jehová". Donde la palabra "SEÑOR" está impresa en mayúsculas en nuestras Biblias en inglés, en el original es "Jehová". Jehová es ese nombre de Dios, que denota que solo él tiene su ser de sí mismo, y que le da el ser a todas las criaturas y cosas. Se toma más nota de las plantas y hierbas, porque fueron hechas y designadas como alimento para el hombre. La tierra no produjo sus propios frutos: esto fue hecho por el poder del Todopoderoso. Así, la gracia en el alma no crece por sí misma en el suelo de la naturaleza, sino que es obra de Dios. La lluvia también es el regalo de Dios; no vino hasta que el Señor Dios lo causó.

Aunque Dios trabaja por medios, cuando él quiere puede hacer su propio trabajo sin ellos; y aunque no debemos tentar a Dios en el abandono de los medios, debemos confiar en Dios, tanto en el uso como en la falta de medios. De una forma u otra, Dios regará las plantas de su propia plantación. La gracia divina desciende como el rocío, y riega la iglesia sin ruido. El hombre fue hecho del pequeño polvo, como el que está en la superficie de la tierra. El alma no estaba hecha de la tierra, como el cuerpo: lástima que se uniera a la tierra y se preocupara por las cosas terrenales. A Dios debemos dar cuenta brevemente de cómo hemos empleado estas almas; y si se descubre que los hemos perdido, aunque fuera para ganar el mundo, ¡estamos perdidos para siempre! Los tontos desprecian sus propias almas, cuidando sus cuerpos antes que sus almas.

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