17-27 Los ancianos sabían que Pablo no era un hombre que se dedicara a diseñar y buscarse a sí mismo. Aquellos que quieren servir al Señor de manera aceptable y provechosa para los demás, deben hacerlo con humildad. Era un predicador sencillo, que hablaba su mensaje de manera que se entendiera. Era un predicador poderoso; predicaba el evangelio como un testimonio para ellos si lo recibían; pero como un testimonio contra ellos si lo rechazaban. Era un predicador provechoso; uno que pretendía informar sus juicios, y reformar sus corazones y sus vidas. Era un predicador penoso, muy laborioso en su trabajo. Era un predicador fiel; no se guardaba las reprimendas cuando era necesario, ni se guardaba la predicación de la cruz. Era un predicador verdaderamente cristiano y evangélico; no predicaba nociones ni asuntos dudosos; ni asuntos de estado o del gobierno civil; sino que predicaba la fe y el arrepentimiento. No se puede dar un mejor resumen de estas cosas, sin las cuales no hay salvación: el arrepentimiento hacia Dios, y la fe hacia nuestro Señor Jesucristo, con sus frutos y efectos. Sin ellas, ningún pecador puede escapar, y con ellas nadie quedará sin la vida eterna. Que no piensen que Pablo se fue de Asia por temor a la persecución; estaba en plena expectativa de problemas, sin embargo, resolvió seguir adelante, bien seguro de que era por dirección divina. Gracias a Dios que no sabemos las cosas que nos sucederán durante el año, la semana, el día que ha comenzado. Al hijo de Dios le basta saber que su fuerza será igual a su día. No sabe, no quiere saber, lo que le deparará el día que tiene por delante. Las poderosas influencias del Espíritu Santo atan al verdadero cristiano a su deber. Incluso cuando espera persecución y aflicción, el amor de Cristo le obliga a seguir adelante. Ninguna de estas cosas apartó a Pablo de su trabajo; no le privaron de su consuelo. El negocio de nuestra vida es proveer para una muerte gozosa. Creyendo que ésta era la última vez que le verían, apela a su integridad. Les había predicado todo el consejo de Dios. Así como les había predicado el evangelio puramente, también se lo había predicado íntegramente; cumplió fielmente su obra, tanto si los hombres lo soportaban como si lo dejaban.

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