5-19 Mira qué cambio hizo el pecado. El rey de Asiria, en su orgullo, pensó actuar por su propia voluntad. Los tiranos del mundo son herramientas de la Providencia. Dios se propone corregir a su pueblo por su hipocresía y acercarlo a él; ¿Pero es ese el diseño de Senaquerib? No; él diseña para satisfacer su propia codicia y ambición. El asirio se jacta de las grandes cosas que ha hecho a otras naciones, por su propia política y poder. No sabe que es Dios quien lo hace lo que es, y pone el bastón en su mano. Había hecho todo esto con facilidad; ninguno movió el ala ni lloró como lo hacen las aves cuando sus nidos son estriados. Debido a que conquistó Samaria, cree que Jerusalén caerá, por supuesto. Era lamentable que Jerusalén hubiera creado imágenes grabadas, y no podemos sorprendernos de que ella fuera sobresalida en ellas por los paganos. ¿Pero no es igualmente tonto para los cristianos emular a la gente del mundo en vanidades, en lugar de atenerse a las cosas que son su honor especial? Una herramienta para jactarse o luchar contra el que la formó no estaría más lejos que Senaquerib para jactarse de Jehová. Cuando Dios trae problemas a su pueblo, es para recordarles el pecado, humillarlos y despertarlos a un sentido de su deber; Este debe ser el fruto, incluso la eliminación del pecado. Cuando estos puntos se obtienen por la aflicción, se eliminarán con misericordia. Este atentado contra Sión y Jerusalén no debería llegar a nada. Dios será como un fuego para consumir a los trabajadores de la iniquidad, tanto del alma como del cuerpo. La desolación debe ser como cuando un abanderado se desvanece, y los que lo siguen se confunden. ¿Quién puede pararse delante de este gran y santo Señor Dios?

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