1-11 Jeremías lloró mucho, pero deseó poder llorar más, para poder despertar a la gente al debido sentido de la mano de Dios. Pero incluso el desierto, sin comunión con Dios, a través de Cristo Jesús, y las influencias del Espíritu Santo, debe ser un lugar para la tentación y el mal; mientras que, con estas bendiciones, podemos vivir en santidad en ciudades abarrotadas. La gente acostumbraba sus lenguas a las mentiras. Tan falsos eran, que no se podía confiar en un hermano. En el comercio y la negociación dijeron algo para su propio beneficio, aunque sabían que era falso. Pero Dios marcó su pecado. Donde no hay conocimiento de Dios, ¿qué bien se puede esperar? Él tiene muchas maneras de convertir una tierra fructífera en esterilidad para la maldad de aquellos que la habitan.

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