21-29 Cristo muestra aquí que no bastará con poseerlo como nuestro Maestro, sólo de palabra y de palabra. Es necesario para nuestra felicidad que creamos en Cristo, que nos arrepintamos del pecado, que vivamos una vida santa, que nos amemos unos a otros. Esta es su voluntad, incluso nuestra santificación. Cuidémonos de descansar en los privilegios y hechos externos, no sea que nos engañemos a nosotros mismos, y perezcamos eternamente, como lo hacen las multitudes, con una mentira en la mano derecha. Que todo aquel que nombre el nombre de Cristo, se aparte de todo pecado. Hay otros, cuya religión se basa en el mero hecho de escuchar, y no va más allá; sus cabezas están llenas de nociones vacías. Estos dos tipos de oyentes son representados como dos constructores. Esta parábola nos enseña a escuchar y poner en práctica las palabras del Señor Jesús: algunas pueden parecer difíciles para la carne y la sangre, pero deben hacerse. El fundamento es Cristo, y todo lo demás es arena. Algunos construyen sus esperanzas sobre la prosperidad mundana; otros sobre una profesión externa de religión. Sobre esto se aventuran; pero todo es arena, demasiado débil para soportar un tejido como nuestras esperanzas del cielo. Se avecina una tormenta que pondrá a prueba la obra de todo hombre. Cuando Dios quita el alma, ¿dónde está la esperanza del hipócrita? La casa cayó en la tormenta, cuando el constructor más la necesitaba, y esperaba que le sirviera de refugio. Cayó cuando ya era demasiado tarde para construir otra. Que el Señor nos haga sabios constructores para la eternidad. Entonces nada nos separará del amor de Cristo Jesús. Las multitudes estaban asombradas por la sabiduría y el poder de la doctrina de Cristo. Y este sermón, tantas veces leído, es siempre nuevo. Cada palabra demuestra que su autor es divino. Seamos cada vez más decididos y serios, haciendo de una u otra de estas bendiciones y gracias cristianas el tema principal de nuestros pensamientos, incluso durante semanas. No descansemos en deseos generales y confusos en pos de ellos, por los que nos aferramos a todo, pero no atrapamos nada.

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