1-3 Aquí está el pecado del pueblo; ellos se quejaron. Vea la pecaminosidad del pecado, que toma ocasión del mandamiento para provocar. La debilidad de la ley descubrió el pecado, pero no pudo destruirlo; comprobado, pero no pudo conquistarlo. Ellos se quejaron. Aquellos que tienen un espíritu descontento, siempre encontrarán algo por lo que discutir o preocuparse, aunque las circunstancias de su condición externa sean siempre muy favorables. El Señor lo escuchó, aunque Moisés no. Dios conoce las inquietudes y murmullos secretos del corazón, aunque ocultos a los hombres. Lo que notó, le disgustó mucho, y los reprendió por este pecado. El fuego de su ira contra Dios ardía en sus mentes; justamente el fuego de la ira de Dios se fijó en sus cuerpos; pero los juicios de Dios vinieron sobre ellos gradualmente, para que pudieran tomar advertencia. Parecía que Dios no se deleita en castigar; cuando comienza, pronto prevalece para dejarlo caer.

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