1-3 La aversión de los hombres a la verdadera religión se debe a que aman los objetos y las formas, que les permiten disfrutar, en lugar de mortificar sus deseos. ¡Qué maravilloso que un Dios santo tenga buena voluntad para aquellos cuya mente carnal es enemistad contra Él! Aquí está representado el trato amable de Dios con la raza caída de la humanidad, que se había alejado de él. Este es el pacto de gracia que él está dispuesto a celebrar con ellos, deben ser para él un pueblo, y él será para ellos un Dios. Deben aceptar el castigo de su pecado y no deben volver a la locura. Y es una cierta señal de que nuestras aflicciones son medios de bien para nosotros, cuando se nos impide ser vencidos por las tentaciones de un estado afligido.

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