Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos: los hombres más sabios tienen aquí sólo concepciones breves, estrechas e imperfectas, incluso de las cosas que les rodean, y mucho más de las cosas profundas de Dios. E incluso las profecías que los hombres entregan de Dios están lejos de abarcar la totalidad de los eventos futuros, o de esa sabiduría y conocimiento de Dios que se atesora en la revelación de las Escrituras.

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