Y cuando abrió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo. Se menciona tal silencio, pero en este lugar. Era poco común y muy visible: porque la alabanza resuena en el cielo día y noche. En particular, inmediatamente antes de este silencio, todos los ángeles, y ante ellos la innumerable multitud, habían estado llorando a gran voz; y ahora todo está quieto a la vez: hay una pausa universal.

De este modo, el séptimo sello se distingue muy notablemente de los seis anteriores. Este silencio ante Dios muestra que los que lo rodeaban esperaban, con la más profunda reverencia, las grandes cosas que la Divina Majestad abriría y ordenaría aún más. Inmediatamente después, se oyen las siete trompetas, y un sonido más augusto que nunca. El silencio es solo una preparación: el gran punto es el sonido de las trompetas para alabanza de Dios. Aproximadamente media hora. Para San Juan, en la visión, podría parecer una media hora común.

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