El ayuno, o día de la expiación, se guardaba el diez de Tisri, es decir, el 25 de septiembre. Este fue para ellos un mal momento de navegación; no solo porque se acercaba el invierno, sino también por las tormentas repentinas, que todavía son frecuentes en el Mediterráneo en esa época del año. Pablo les exhortó: No dejar Creta. Incluso en las cosas externas, la fe se ejerce con la mayor presencia de ánimo y disponibilidad de consejos.

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