Y se transfiguró - O se transformó. La Deidad residente lanzó sus rayos a través del velo de la carne; y eso con tal esplendor trascendente, que ya no tenía forma de sirviente. Su rostro resplandecía con divina majestad, como el sol en su fuerza; y todo su cuerpo estaba tan irradiado por él, que sus ropas no podían ocultar su gloria, sino que se volvieron blancas y relucientes como la luz misma con la que se cubría como con un manto.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad