Los rabinos judíos también fueron llamados padre y maestro, por sus varios discípulos, a quienes exigieron, Creer implícitamente lo que afirmaban, sin pedir más razón; Obedecer implícitamente lo que mandaban, sin buscar más autoridad. Nuestro Señor, por lo tanto, al prohibirnos dar o recibir el título de rabino, maestro o padre, nos prohíbe recibir tal reverencia o pagarla a nadie que no sea Dios.

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