Orígenes de Principios Libro III

Porque ocasionalmente la mente, cuando está atenta y desechando lo que es malo, llama a sí misma la ayuda del bien; o si es, por el contrario, negligente y perezosa, hace lugar por falta de precaución a estos espíritus que, acechando en secreto como ladrones, se las arreglan para precipitarse en la mente de los hombres cuando ven que la pereza les ha hecho un alojamiento. ; como dice el apóstol Pedro, "que nuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar"[346].

Tratado Cipriano X De los celos y la envidia

Por lo tanto, amados hermanos, debemos estar en guardia y esforzarnos con todas nuestras fuerzas para repeler, con solícita y plena vigilancia, al enemigo, furioso y apuntando sus dardos contra cada parte de nuestro cuerpo en que podemos ser golpeados y heridos, conforme a lo que el apóstol Pedro, en su epístola, advierte y enseña, diciendo: Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar[3].

La Primera Epístola de Clemente Acerca de la Virginidad

vencer al león;[39]

La Primera Epístola del Papa Fabián

Además, deseamos que sepáis esto, que en nuestros tiempos, como nos avergonzaron nuestros pecados, y aquel antiguo enemigo que como león rugiente anda siempre alrededor buscando a quien devorar,[4]

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