Constituciones de los Santos Apóstoles Libro VIII

Ni los primeros fueron avergonzados por la vara que se convirtió en serpiente viviente, ni por la mano que se volvió blanca de lepra, ni por el río Nilo que se convirtió en sangre; ni estos últimos por los ciegos que recobraron la vista, ni por los cojos que caminaron, ni por los muertos que resucitaron.[11]

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