Por esto vino también el pueblo a su encuentro.

Miles que no habían visto el milagro se conmovieron con la historia de los testigos oculares, y con entusiasmo salieron a su encuentro y se unieron a las aclamaciones. No se les podía considerar creyentes, sino que pertenecían a la multitud voluble que se dejaba llevar por la marea; que un día gritaría, "Hosannah al hijo de David", y. pocos días después, aumentaría el grito: "¡Crucifícale, crucifícale!".

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Nuevo Testamento