Ver. 5. "Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres. De cierto os digo, que 6. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

Pseudo-Chrys.: Salomón dice: "Antes de la oración, prepara tu alma". Esto hace quien viene a la oración haciendo limosna; porque las buenas obras estimulan la fe del corazón, y dan al alma confianza en la oración a Dios. La limosna, pues, es una preparación para la oración, y por eso el Señor, después de hablar de la limosna, procede en consecuencia a instruirnos acerca de la oración.

Agosto, Serm. en Mont., ii, 3: Él no nos ordena orar ahora, sino que nos instruye cómo debemos orar; como arriba, no nos mandó hacer limosna, sino que mostró la manera de hacerlas.

Pseudo-Chrys.: La oración es como un tributo espiritual que el alma ofrece de sus propias entrañas. Por tanto, cuanto más glorioso es, tanto más debemos velar para que no se envilezca haciéndolo para ser visto por los hombres.

Cris.: Los llama hipócritas, porque fingiendo orar a Dios, miran a los hombres; y añade, "les encanta orar en las sinagogas".

Pseudo-Chrys.: Pero supongo que no es el lugar al que aquí se refiere el Señor, sino el motivo del que ora; porque es digno de elogio orar en la congregación de los fieles, como está dicho, "en vuestras Iglesias, bendecid a Dios". [ Salmo 68:26 ]

Entonces, quien ora para ser visto por los hombres, no mira a Dios sino al hombre, y en lo que respecta a su propósito, ora en la sinagoga. Pero aquel cuya mente en la oración está totalmente fijada en Dios, aunque ora en la sinagoga, parece que ora consigo mismo en secreto. "En las esquinas de las calles", es decir, para que parezca que oran retirados, y así ganar una doble alabanza, tanto por orar como por orar retirados.

Brillo. ord.: O, "las esquinas de las calles", son los lugares donde un camino se cruza con otro, y forma cuatro cruces.

Pseudo-Chrys.: Él nos prohíbe orar en una asamblea con la intención de ser vistos de esa asamblea, como agrega, "para que sean vistos por los hombres". El que ora, por lo tanto, no debe hacer nada singular que pueda llamar la atención; como gritar, golpearse el pecho o extender las manos.

Aug.: No que el mero hecho de ser visto por los hombres sea una impiedad, sino el hacer esto para ser visto por los hombres.

Cris.: Es bueno alejarse del pensamiento de la gloria vacía, pero especialmente en la oración. Porque nuestros pensamientos tienden a extraviarse por sí mismos; Si, pues, nos dirigimos a la oración con esta enfermedad sobre nosotros, ¿cómo entenderemos las cosas que decimos?

Aug.: La intimidad de los demás hombres debe ser tan rehuida por nosotros, que nos lleva a hacer cualquier cosa con esta mente que buscamos el fruto de sus aplausos.

Pseudo-Chrys.: "De cierto os digo que han recibido su recompensa", porque todo hombre donde siembra allí siega, por tanto, el que ora por los hombres, no por Dios, recibe alabanza de los hombres, no de Dios .

Cris.: Dice haber recibido, porque Dios estaba dispuesto a darles la recompensa que viene de Él mismo, pero prefieren más bien la que viene de los hombres. Luego pasa a enseñar cómo debemos orar.

Jerónimo: Esto, si se toma en su sentido llano, enseña al oyente a evitar todo deseo de vano honor en la oración.

Pseudo-Chrys.: Que nadie debe estar allí presente excepto el que está orando, porque un testigo impide más que adelantar la oración.

Cipriano, Tr. vii. 2: El Señor nos ha mandado en Sus instrucciones orar en secreto en lugares remotos y apartados, como mejor se adapte a la fe; para que estemos seguros de que Dios, que está presente en todas partes, oye y ve todo, y en la plenitud de Su Majestad penetra hasta los lugares ocultos.

Pseudo-Chrys.: También podemos entender por "la puerta de la cámara", la boca del cuerpo; para que no oremos a Dios con voz alta, sino con corazón silencioso, por tres razones. Primero, porque a Dios no se gana con clamor vehemente, sino con una conciencia recta, ya que es un oidor del corazón; en segundo lugar, porque nadie más que tú y Dios deben estar al tanto de tus oraciones secretas; tercero, porque si oras en voz alta, impides que cualquier otro ore cerca de ti.

Casiano, Collat. ix, 35: También debemos observar un estrecho silencio en nuestras oraciones, para que nuestros enemigos, que siempre están muy atentos para tendernos una trampa en ese momento, no sepan el significado de nuestra petición.

Aug.: O, por nuestros aposentos debe entenderse nuestro corazón, de lo cual se habla en el Salmo cuarto; "Qué cosas decís en vuestros corazones, y con qué sois punzados en vuestros aposentos". [ Salmo 4:4 ] "La puerta" son los sentidos corporales; fuera están todas las cosas mundanas, que entran en nuestros pensamientos a través de los sentidos, y esa multitud de vanas imaginaciones que nos acosan en la oración.

Cipriano, Tr. vii, 20: ¡Qué insensibilidad es ser arrebatado errante por la luz y las profanas imaginaciones, cuando presentas tu súplica al Señor, como si hubiera algo más que deberías considerar que tu conversación es con Dios! ¿Cómo puedes reclamar a Dios que te atienda, cuando no te atiendes a ti mismo? Esto es en conjunto para no hacer provisión contra el enemigo; esto es al orar a Dios, para ofender a la Majestad de Dios por el descuido de vuestra oración.

Aug.: La puerta entonces debe cerrarse, es decir, debemos resistir el sentido corporal, para que podamos dirigirnos a nuestro Padre en una oración espiritual como la que se hace en el espíritu más íntimo, donde le oramos verdaderamente en secreto.

Remig.: Que os baste que sólo Él conozca vuestras peticiones, que conoce los secretos de todos los corazones; porque El que ve todas las cosas, el mismo os escuchará.

Chrys.: No dijo 'te daré gratuitamente', sino, 'te recompensará'; así Él mismo se constituye en deudor tuyo.

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