Versículo 15. Cualquiera que aborrece a su hermano es homicida.

Aquel que odia a su hermano está en un estado o condición, bajo una ligera provocación influenciada por su pasión de odio, para matarlo. Su odio es la semilla o germen del que se produce el asesinato. El ejemplo de Caín, dado en un versículo anterior, ilustra claramente esto. Fue su odio lo que lo llevó a matar a Abel. Así como influyó en Caín, el odio, de la misma manera, influirá en otros.

Ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.

Aquí está el anuncio de una gran verdad. Es sencillamente imposible que alguien que abriga tal odio hacia su hermano que, bajo cualquier circunstancia, lo llevará a quitarle la vida, justa o injustamente, tenga o pueda tener la capacidad para que la vida eterna permanezca en él. Los estados de amor y de odio son opuestos.

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Antiguo Testamento