Verso 11. Amadísimos, os lo ruego.

El llamamiento es urgente y tierno os lo suplico. Extranjeros y peregrinos. Así debe seguir siendo el pueblo de Dios mientras esté en la tierra. Somos extraños aquí; estamos viajando, como hacen los peregrinos, a otro país, al país celestial. ¿Por qué apelar a tal? ¿Por qué exhortar a abstenerse de los deseos carnales? Que guerra contra el alma.

La disposición natural es adquirir posesiones terrenales, amasar riquezas y dedicarse a los placeres terrenales. Estos, el apóstol quiere que entiendan, son enemigos mortales del alma, de la pureza de vida y obstáculos para la edificación de la semejanza a Cristo. Deben abstenerse de estos porque hacen guerra contra el alma. Los extranjeros y los peregrinos deben dejar todo esto atrás cuando pasen a ese país celestial. ¿Por qué no, entonces, abstenerse?

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento