“El capítulo termina con una nota de lugar que es evidente y ciertamente histórica. Ningún falsificador habría pensado jamás en la perífrasis -donde Juan bautizó al principio”… -Juan no hizo ningún milagro: pero todas las cosas que Juan dijo de este hombre eran verdad .” Sería imposible encontrar una prueba incidental más fuerte de que el autor del Evangelio había sido originalmente un discípulo del Bautista, o al menos su contemporáneo, y también que está escribiendo cosas que había oído y visto.

Un gnóstico que escribiera en Asia Menor, aunque hubiera entrado en relación con los discípulos de Juan, no habría presentado al Bautista de esta manera. En los círculos que se habían visto afectados por las enseñanzas del Bautista, y que dudaban si debían apegarse a Jesús, este es precisamente el tipo de comentario que se escucharía.” S. p. 179.

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