Una acusación personal del sacerdocio (acusado menos directamente en el capítulo 4) y de la corte, quienes, en lugar de advertir al pueblo, lo han llevado al lazo del pecado. Tan enredados están en él que no pueden arrepentirse, y Judá también ha caído. Puede que busquen propiciar a Jehová con sacrificios, pero en vano: el juicio está cerca.

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