Si nuestro corazón no nos condena. “Si el hecho de amar aquieta los temores de nuestro corazón, aunque veamos nuestros errores, ¡cuánto más valor tendremos en la presencia de Dios si vivimos para que nuestro corazón no nos condene! mismo en las acciones, tendremos más valor cuando acudamos a Dios en oración".

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