Mientras Pablo se defendía, Festo gritó: "Pablo, estás loco. Mucho saber te ha vuelto loco". Pero Pablo dijo: "No estoy loco, Festo, vuestra excelencia, pero estoy pronunciando palabras de verdad y sentido. El rey tiene conocimiento de estas cosas y es a él a quien me atrevo a hablar; porque no creo que ninguna de estas cosas se le escapan, porque esto no se hizo en un rincón. Rey Agripa, ¿crees a los profetas? Yo sé que sí.

Agripa dijo: "Seguramente piensas que no vas a tardar mucho en persuadirme a ser cristiano". Pablo respondió: "Podría orar para que, ya sea que tarde poco o mucho, no solo tú, sino también todos los que están escuchando". para mí hoy fuera tal como soy, sin estas cadenas." El rey y el gobernador y Berenice y los que estaban sentados con ellos se levantaron; y cuando se retiraron, se decían unos a otros: "Este hombre no hace nada que merece la muerte o los grilletes. Y Agripa dijo a Festo: Este hombre podría haber sido puesto en libertad si no hubiera apelado a César.

No es tanto lo que realmente se dice en este pasaje lo que es interesante como la atmósfera que el lector puede sentir detrás de él. Pablo era un prisionero. En ese mismo momento llevaba sus grilletes, como él mismo deja claro. Y, sin embargo, la impresión que da es inequívocamente que él es la personalidad dominante en la escena. Festo no le habla como a un criminal. Sin duda conocía el historial de Pablo como rabino capacitado; sin duda había visto la habitación de Pablo llena de rollos y pergaminos que eran los primeros libros cristianos.

Agripa, al escuchar a Pablo, está más enjuiciado que Pablo. Y el final del asunto es que una multitud bastante desconcertada no puede ver ninguna razón real por la que Pablo debería ser juzgado en Roma o en cualquier otro lugar. Paul tiene en él un poder que lo eleva por encima de todos los demás en cualquier empresa. La palabra usada para el poder de Dios en griego es dunamis ( G1411 ); es la palabra de donde viene dinamita. El hombre que tiene a Cristo Resucitado a su lado no tiene por qué temer a nadie.

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