Sin embargo, como él declara aquí de manera resumida las cosas que él sabía que eran más necesarias para los cristianos, que cada uno haga su esfuerzo por lograr el dominio de estas dos cosas, en la medida en que desee progresar hacia la perfección. Y, sin lugar a dudas, el amor de Dios no puede reinar en nosotros a menos que también se ejerza el amor fraternal. Esperar a Cristo, por otro lado, nos enseña a ejercer el desprecio del mundo, la mortificación de la carne y la resistencia de la cruz. Al mismo tiempo, la expresión podría explicarse como significado, la paciencia de Cristo, lo que la doctrina de Cristo engendra en nosotros; pero prefiero entender que se refiere a la esperanza de la redención final. Porque esto es lo único que nos sostiene en la guerra de la vida presente, que esperamos al Redentor; y más lejos, esta espera requiere resistencia del paciente en medio de los continuos ejercicios de la cruz.

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