17. Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo. Pero, ¿qué desea Pablo para los efesios? El espíritu de sabiduría, y los ojos de su comprensión siendo iluminados. ¿Y no poseían estos? Si; pero al mismo tiempo necesitaban aumentar, que, dotados de una mayor medida del Espíritu, y siendo cada vez más iluminados, podrían tener sus puntos de vista actuales de manera más clara y completa. El conocimiento de los piadosos nunca es tan puro, sino que algo de oscuridad u oscuridad se cierne sobre su visión espiritual. Pero examinemos las palabras en detalle.

El Dios de nuestro Señor Jesucristo. El Hijo de Dios se hizo hombre de tal manera, que Dios era su Dios y el nuestro.

“Asciendo”, dice él, “a mi Padre y a tu Padre; y a mi Dios y a tu Dios ". (Juan 20:17)

Y la razón por la cual él es nuestro Dios, es que él es el Dios de Cristo, cuyos miembros somos. Recordemos, sin embargo, que esto se relaciona con su naturaleza humana; para que su sujeción no le quite nada a su eterna divinidad.

El padre de la gloria. Este título surge del primero; para la gloria de Dios, como Padre, consiste en someter a su Hijo a nuestra condición, para que, a través de él, él sea nuestro Dios. El Padre de la gloria es un idioma hebreo muy conocido para El padre glorioso. Hay un modo de señalar y leer este pasaje, que no desapruebo, y que conecta las dos cláusulas de esta manera: Que Dios, el glorioso Padre de nuestro Señor Jesucristo, pueda darte.

El Espíritu de sabiduría y revelación se pone aquí, mediante una figura retórica (metonimia), por la gracia que el Señor nos otorga por su propio Espíritu. Pero observemos que los dones del Espíritu no son los dones de la naturaleza. Hasta que el Señor los abra, los ojos de nuestro corazón están ciegos. Hasta que el Espíritu se haya convertido en nuestro instructor, todo lo que sabemos es necedad e ignorancia. Hasta que el Espíritu de Dios nos lo haya dado a conocer mediante una revelación secreta, el conocimiento de nuestro llamado Divino excede la capacidad de nuestras propias mentes.

En el conocimiento de él. Esto también podría leerse, En el conocimiento de sí mismo. Ambas representaciones concuerdan bien con el contexto, porque el que conoce al Hijo también conoce al Padre; pero prefiero el primero como lo sugiere de forma más nativa el pronombre griego , ἐν ἐπιγνώσει αὐτοῦ

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