16. Canjear el tiempo. Al considerar el tiempo que hace cumplir su exhortación, los días son malos. Todo lo que nos rodea tiende a corromper y engañar; para que sea difícil para las personas piadosas, que caminan entre tantas espinas, escapar ilesas. Tal corrupción habiendo infectado la era, el diablo parece haber obtenido influencia tiránica; para que el tiempo no pueda ser dedicado a Dios sin ser redimido de alguna manera. ¿Y cuál será el precio de su redención? Retirarnos de la infinita variedad de atractivos que fácilmente nos llevarían por mal camino; para librarnos de las preocupaciones y los placeres del mundo; y, en una palabra, abandonar toda molestia. Tengamos ganas de recuperarlo de todas las formas posibles, y dejemos que las numerosas ofensas y el arduo trabajo, que muchos suelen alegar como una disculpa por la indolencia, sirvan más bien para despertar nuestra vigilancia.

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