15. Y cuando los hijos de Israel vieron. Los israelitas manifestaron cierta apariencia de gratitud al llamar a la comida que les fue dada desde el cielo, Hombre, (178) cuyo nombre significa "algo preparado"; pero si alguno prefiere su opinión sobre quién lo expone, "una parte o porción", no debate el asunto, aunque el primero es más correcto. Sin embargo, cualquiera que elija, con esta palabra confesaron que fueron tratados abundantemente, porque Dios les presentó comida sin que tuvieran que trabajar por ella; y, por lo tanto, indirectamente condenan sus propios murmullos perversos y malvados, ya que es mucho mejor reunir comida preparada para ellos, que adquirirla por la laboriosa y problemática cultura de la tierra. Porque aunque esta confesión les fue extorsionada por la increíble novedad de la cosa, en ese momento particular su intención era proclamar la bondad amorosa de Dios. Pero, dado que la incredulidad había nublado sus sentidos, de modo que no vieron con claridad, Moisés dice que "no sabían lo que era". En estas palabras, reprende su lentitud de corazón, porque, aunque previamente anunciaron el milagro, se asombraron de la vista, como si no hubieran escuchado nada antes. Percibimos, entonces, que lo hicieron, pero a medias reconocen la misericordia de Dios; porque su gratitud se nubló con la oscuridad de la ignorancia, y se vieron obligados a confesar que no la entendían del todo; y, por lo tanto, su estupidez se reprende no sin amargura, cuando Moisés les dice que este fue el alimento que Dios les prometió. Porque, si habían reconocido en él el cumplimiento de la promesa, no había necesidad de recordarlo para su recuerdo. En cuanto a las palabras mismas, la respuesta de Moisés ha engañado a los traductores griegos y latinos, haciéndolos interrogativamente, (179) "¿Qué es esto?" Pero su dificultad se elimina fácilmente; porque Moisés no declara directamente que lo preguntaron por algo desconocido, sino que expresa su conocimiento mezclado con ignorancia, porque el asunto era en parte dudoso, en parte claro; porque el poder de Dios se manifestaba visiblemente, pero el velo de incredulidad les impedía aprehender la generosidad prometida por Dios.

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