12. Porque tampoco lo recibí del hombre. ¿Entonces que? ¿disminuirá la autoridad de la palabra, porque alguien que ha sido instruido por la instrumentalidad de los hombres se convertirá luego en maestro? Debemos tener en cuenta, desde el principio, las armas con las que los falsos apóstoles lo atacaron, alegando que su evangelio era defectuoso y espurio; que lo había obtenido de un maestro inferior e incompetente; y que su educación imperfecta lo llevó a hacer declaraciones sin protección. Se jactaban, por otro lado, de que habían sido instruidos por los más altos apóstoles, con cuyas opiniones conocían más íntimamente. Por lo tanto, era necesario que Pablo declarara su doctrina en oposición al mundo entero, y descansara sobre esta base, que la había adquirido no en la escuela de ningún hombre, sino por revelación de Dios. De ninguna otra manera pudo haber dejado de lado los reproches de los falsos apóstoles.

La objeción de que Ananías (Hechos 9:10) era su maestro, puede responderse fácilmente. Su instrucción divina, comunicada a él por inspiración inmediata, no hizo impropio que un hombre fuera empleado para enseñarle, solo para darle peso a su ministerio público. De la misma manera, ya hemos demostrado que recibió un llamado directo de Dios por revelación, y que fue ordenado por los votos y la solemne aprobación de los hombres. Estas declaraciones no son inconsistentes entre sí.

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