20. En ese día, algunos se refieren al día de Pentecostés; pero más bien denota el curso ininterrumpido, por así decirlo, de un solo día, desde el momento en que Cristo ejerció el poder de su Espíritu hasta la última resurrección. A partir de ese momento comenzaron a saber, pero fue una especie de comienzo débil, porque el Espíritu aún no había actuado con tanta fuerza en ellos. El objetivo de estas palabras es mostrar que no podemos, por especulación indolente, saber cuál es la unión sagrada y mística entre nosotros y él, y nuevamente, entre él y el Padre; pero que la única forma de saberlo es cuando difunde su vida en nosotros por la eficacia secreta del Espíritu; y esta es la prueba de fe, que mencioné recientemente.

En cuanto a la forma en que este pasaje fue abusado anteriormente por los arios, para demostrar que Cristo es Dios solo por participación y por gracia, es fácil refutar su sofisma. Porque Cristo no habla simplemente de su esencia eterna, sino de ese poder divino que se manifestó en él. Como el Padre ha depositado en el Hijo toda la plenitud de las bendiciones, por otro lado, el Hijo se ha transmitido completamente a nosotros. Se dice que está en nosotros, porque muestra claramente, por la eficacia de su Espíritu, que él es el Autor y la causa de nuestra vida.

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