15. No te pido que debas sacarlos del mundo. Muestra en qué consiste la seguridad de los creyentes (121) ; no es que estén libres de toda molestia y vivan con lujo y tranquilidad, sino que, en medio de los peligros, continúan a salvo a través de la ayuda de Dios. Porque él no amonesta al Padre de lo que es apropiado hacer, sino que establece su debilidad, para que, por el método que prescribe, puedan restringir sus deseos, que pueden ir más allá de todos los límites. En resumen, promete a sus discípulos la gracia del Padre; no para aliviarlos de toda ansiedad y trabajo, sino para proporcionarles una fuerza invencible contra sus enemigos, y no permitirles que se vean abrumados por la pesada carga de las contiendas que tendrán que soportar. Por lo tanto, si deseamos ser mantenidos de acuerdo con la regla que Cristo ha establecido, no debemos desear la exención de los males, ni rezar a Dios para que nos lleve inmediatamente a un estado de descanso bendecido, sino que debemos descansar satisfechos con la certeza cierta de victoria y, mientras tanto, resistir con valentía todos los males, de los cuales Cristo oró a su Padre para que pudiéramos tener un problema feliz. En resumen, Dios no saca a su pueblo del mundo, porque no desea que sean afeminados y perezosos; pero los libra del mal para que no se abrumen; porque desea que luchen, pero no deja que sean heridos de muerte.

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