36. Un hueso de él no se romperá. Esta cita está hecha de Éxodo 12:46, y Números 9:12, donde Moisés trata del cordero pascual. Tenga en cuenta que Moisés da por sentado que ese cordero era una figura del verdadero y único sacrificio, por el cual la Iglesia debía ser redimida. Tampoco esto es inconsistente con el hecho de que fue sacrificado como memorial de una redención que ya se había hecho; porque, aunque Dios tenía la intención de que celebrara el favor anterior, también tenía la intención de que exhibiera la liberación espiritual de la Iglesia, que todavía era futura. En ese sentido, Pablo, sin dudarlo, aplica a Cristo la regla que Moisés establece sobre comer el cordero:

incluso para Cristo, nuestra Pascua, es sagrada para nosotros. Por lo tanto, celebremos la fiesta, no con levadura vieja, ni con la levadura de malicia y maldad, sino con el pan sin levadura de sinceridad y verdad, ( 1 Corintios 5:7.)

De esta analogía, o semejanza, la fe no deriva una ventaja ordinaria, ya que, en todas las ceremonias de la Ley, contempla la salvación que se ha manifestado en Cristo. Tal es también el diseño del evangelista Juan, cuando dice que Cristo no solo fue la promesa de nuestra redención, sino también el precio de la misma, porque en él vemos cumplido lo que antes se exhibía a los pueblos antiguos bajo la figura del Pascua. Así también se les recuerda a los judíos que deben buscar en Cristo la sustancia de todas aquellas cosas que la Ley prefiguraba, pero que en realidad no lograron.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad