16. Alimenta a mis ovejas. Cristo no le da a Pedro y a otros el oficio de alimentar a todo tipo de personas, sino solo a sus ovejas o corderos. En otra parte, describe quiénes son a quienes considera que pertenecen a su rebaño.

Mi oveja, dice él, escucha mi voz y sígueme; no oyen la voz de un extraño ( Juan 10:5.)

Es cierto que los maestros fieles deben esforzarse por reunir a todos para Cristo; y como no pueden distinguir entre ovejas y bestias salvajes, deberían intentar por todos los métodos si pueden domar a aquellos que se parecen a lobos en lugar de ovejas. Pero después de haber desplegado sus máximos esfuerzos, su trabajo no servirá de nada salvo para las ovejas elegidas; porque la docilidad y la fe surgen de esto, que el Padre celestial entrega a su Hijo, para que puedan obedecerle, a aquellos que él eligió antes de la creación del mundo. Una vez más, este pasaje nos enseña que nadie puede ser alimentado a la salvación por la doctrina del Evangelio sino aquellos que son suaves y enseñables; porque no es sin razón que Cristo compara a sus discípulos con corderos y ovejas; pero también debe observarse que el Espíritu de Dios domestica a los que por naturaleza eran osos o leones.

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