34. No recibo testimonio de hombres. Sin embargo, no fue en vano que Dios eligió a Cristo para ser testigo de él, y Cristo mismo declara, en otra ocasión, que los discípulos

serán sus testigos. Seréis testigos de mí, tanto en Jerusalén, como en toda Judea, y en Samaria, y hasta el extremo de la tierra. ( Hechos 1:8.)

Respondo: Cristo se sirve del testimonio de Juan, no porque lo necesite, sino en la medida en que nos sea ventajoso recibir de él alguna confirmación. Los hombres se prestan los testimonios unos de otros, porque no pueden prescindir de esa asistencia. El caso es diferente con Dios y Cristo. Porque si los filósofos afirman que la virtud no necesita ayuda extranjera, ¿qué tiene el hombre en sí mismo para apoyar la verdad de Dios? Y Cristo agrega de inmediato, que él produce el testimonio de Juan en su cuenta: estas cosas digo que pueden ser salvos. Con esta declaración quiere decir que no es tanto por su consideración hacia sí mismo como por el deseo de promover la ventaja de los hombres, sino que levanta los heraldos de su Evangelio por medio de los cuales nos testifica acerca de su voluntad. En esto vemos también una sorprendente prueba de su maravillosa bondad, mediante la cual regula todas las cosas para nuestra salvación. Por lo tanto, es nuestro deber, por otro lado, esforzarnos para que el gran cuidado que él nos da al salvarnos no sea infructuoso.

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