8. Cuando vendrá el Hijo del hombre. Con estas palabras, Cristo nos informa que no habrá razón para preguntarse si los hombres luego se hundirán bajo sus calamidades: será porque descuidan el verdadero remedio. Tenía la intención de obviar una ofensa que estamos dispuestos a tomar diariamente, cuando vemos todas las cosas en vergonzosa confusión. La traición, la crueldad, la impostura, el engaño y la violencia abundan en todas partes; no hay respeto a la justicia ni vergüenza; los pobres gimen bajo sus opresores; los inocentes son abusados ​​o insultados; mientras Dios parece estar dormido en el cielo. Esta es la razón por la cual la carne imagina que el gobierno de la fortuna es ciego. Pero Cristo aquí nos recuerda que los hombres están privados de la ayuda celestial, en la cual no tienen conocimiento ni inclinación a confiar. Aquellos que no hacen nada más que murmurar contra el Señor en sus corazones, y que no permiten ningún lugar para su providencia, no pueden esperar razonablemente que el Señor los ayude.

¿Encontrará fe en la tierra? Cristo predice expresamente que, desde su ascensión al cielo hasta su regreso, abundarán los incrédulos; lo que significa con estas palabras que, si el Redentor no aparece tan rápidamente, la culpa de la demora recaerá en los hombres, porque casi no habrá nadie que lo busque. ¡Ojalá no viéramos tan manifiesto el cumplimiento de esta predicción! Pero la experiencia demuestra que, aunque el mundo está oprimido y abrumado por una gran masa de calamidades, hay pocos en quienes se pueda discernir la menor chispa de fe. Otros entienden la palabra fe para denotar la rectitud, pero el significado anterior es más agradable para el contexto.

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