Mateo 26:27 . Bébalo todo. Como fue el diseño de Cristo para mantener nuestra fe totalmente fija en sí mismo, para que no busquemos nada aparte de él, empleó dos símbolos para mostrar que nuestra vida está encerrada en él. Este cuerpo necesita ser alimentado y apoyado por carne y bebida. Cristo, para demostrar que solo él es capaz de descargar perfectamente todo lo necesario para la salvación, dice que él provee el lugar de la carne y la bebida; mediante el cual da una muestra asombrosa de su condescendencia, al dejarse llevar por la débil capacidad de nuestra carne con el propósito de vigorizar nuestra fe. Tanto más detestable es la insolencia y el sacrilegio del Papa, que no ha tenido escrúpulos para romper este lazo sagrado. Aprendemos que el Hijo de Dios empleó dos símbolos juntos, para testificar la plenitud de la vida que otorga a sus seguidores. ¿Qué derecho tenía un hombre mortal para separar aquellas cosas que Dios había unido?

Pero incluso parecería que la razón expresa por la cual nuestro Señor ordenó a todos beber de la copa fue para evitar que este sacrilegio entrara en la Iglesia. En cuanto al pan, leemos que él simplemente dijo: Toma, come. ¿Por qué les ordena expresamente a todos que tomen, y por qué Mark dice explícitamente que todos bebieron, si no fuera para proteger a los creyentes de esta novedad perversa? Y, sin embargo, esta prohibición severa no ha disuadido al Papa de aventurarse a cambiar y violar una ley establecida por el Señor; porque él ha retenido a toda la gente de usar la copa. Y para demostrar que su ira tiene razón de su parte, alega que uno de los tipos es suficiente, porque la carne incluye la sangre por concomitancia. (196) Con el mismo pretexto tendrían la libertad de dejar a un lado todo el sacramento, porque Cristo podría igualmente hacernos partícipes de sí mismo sin ningún tipo de ayuda. Pero esas criaturas infantiles no dan soporte a su impiedad; porque nada puede ser más absurdo que los creyentes deberían, por su propia voluntad, separarse de las ayudas que el Señor ha dado, o dejarse privar de ellas; y, por lo tanto, nada puede ser más intolerable que esta perversa matanza del misterio.

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